La Ciudad de México es una de las urbes más vulnerables a los sismos en todo el mundo. Su historia nos ha demostrado que no se trata de si temblará, sino de cuándo. Analizar el impacto de los grandes sismos nos ayuda a comprender la importancia de la prevención, la memoria colectiva y la preparación.

El suelo blando y la amplificación de los movimientos

La CDMX está asentada sobre lo que fue el lago de Texcoco. Ese suelo blando funciona como una caja de resonancia: magnifica las ondas sísmicas, haciendo que los temblores se sientan con más intensidad y duren más tiempo que en otras zonas del país.

Esto explica por qué sismos con epicentro en la costa de Guerrero o Oaxaca tienen consecuencias tan graves en la capital, a pesar de ocurrir a cientos de kilómetros.

Los grandes sismos que marcaron a la ciudad

  • 23 de junio de 2020:  Magnitud 7.5 con epicentro al sur de Oaxaca. Este movimiento fue representativo no sólo por su intensidad sino porque sucedió durante la contingencia sanitaria de Covid-19. En la Ciudad de México la alerta sonó con tiempo suficiente de anticipación e hizo salir a gran parte de la población con su respectivo cubrebocas. Los daños se registraron principalmente en el estado de Oaxaca.
  • 19 de septiembre de 2017: El terremoto de 2017 es uno de los más recientes y desastrosos de la última década en nuestro país. Su magnitud fue de 7.1 grados y el impacto fue relevante en Cuernavaca, Puebla y Ciudad de México. Se derrumbaron alrededor de 40 construcciones y se registraron de manera oficial 369 fallecidos.
  • 7 de septiembre de 2017: Justo unos días antes del 19 de septiembre, se registró un sismo importante en Oaxaca con magnitud de 8.1, uno de los más poderosos en al menos cien años. La Ciudad de México no sufrió el impacto de este terremoto, sin embargo, Oaxaca se vio gravemente afectada.
  • 30 de septiembre de 1999: El centro y sur de México fueron remecidos por un sismo de 7.5 que dejó 22 muertos, la mayoría en Oaxaca.
  • 15 de junio de 1999: El centro del país fue sacudido por un sismo de 7.0 con saldo de al menos 25 muertos en el estado de Puebla.
  • 9 de octubre de 1995: Un sismo de 8.0 con epicentro en el Pacífico central sacudió gran parte del país con saldo de 48 fallecidos. De las víctimas, 30 murieron al derrumbarse un hotel en el puerto de Manzanillo.
  • 19 de septiembre de 1985: Un devastador sismo de 8.1 con epicentro en la costa del Pacífico sacudió a gran parte del país y dejó en ruinas una amplia zona de la Ciudad de México. Más de 10 mil personas murieron, la gran mayoría en la capital.
  • 28 de julio de 1957: Un sismo de magnitud 7.7 derribó de su columna de 36 metros al Ángel de la Independencia. El llamado “sismo del Ángel” dejó unos 50 muertos.

Estos eventos dejaron lecciones claras: la necesidad de protocolos sólidos, simulacros constantes y tecnología de alerta confiable.

Impacto social y cultural de los sismos

Los sismos no solo afectan edificios: marcan generaciones enteras.

  • Cambiaron la forma en que la ciudadanía se organiza.
  • Impulsaron la creación de brigadas comunitarias y una cultura de prevención más fuerte.
  • Recordaron que la memoria colectiva —recordar el 19S con simulacros— es clave para no repetir errores.

En nuestro blog ya hablamos de la importancia de la memoria en la prevención (lee más aquí).

La tecnología como parte de la respuest

Después del 85 nació el SASMEX, un sistema oficial de alerta sísmica que permite ganar segundos valiosos antes de que llegue el movimiento. Hoy, equipos certificados como la alerta sísmica Alertándote Pro hacen que esa señal llegue directo a hogares, oficinas y escuelas.

Esto no solo sirve el día de un sismo: también facilita simulacros regulares, reforzando el entrenamiento de la comunidad y la cultura preventiva.

Lecciones para el futuro

  • El riesgo sísmico en la CDMX es permanente.
  • La prevención no termina en protocolos escritos: requiere educación continua, brigadas entrenadas y herramientas prácticas.
  • La memoria del 19S debe mantenerse viva, no como miedo, sino como compromiso para actuar mejor.

Los sismos nos han enseñado que la prevención no es un concepto aislado, sino una práctica que debe vivirse todos los días. Desde realizar simulacros regulares para reforzar la memoria colectiva (cómo hacerlo), hasta preparar una mochila de emergencia con lo indispensable para evacuar sin pánico (aquí te contamos qué llevar), cada acción suma a la resiliencia de la ciudad.

Los sismos han transformado a la CDMX en múltiples niveles: urbano, social y cultural. La mejor manera de honrar esas experiencias es con prevención activa: entrenar, equiparse y estar listos.

La memoria nos recuerda el pasado, pero la tecnología y la organización comunitaria nos preparan para el futuro.